¡Bienvenidos a mi página! Quiero compartir todos estos conocimientos, enseñanzas y sabiduria contigo y espero que encuentres aquí algo de utilidad para toda tu vida. Disfruta de las palabras que estan plasmadas en este blog por que son enseñanzas que me ha ido transmitiendo el gran Macrocosmos creador o lo que tu llamas Dios, Alá, Yavhé y vuelve una y otra vez, haré lo posible para que este sitio sea de tu interés y el de toda tu gran familia espiritual, si no estas muy apurado re distribuye este link con quienes comparten tu existencia planetaria, y recuerda... el futuro lo haces tu .

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12/02/2006

PREMIOS DE CONSUELO



Hay que reconocer que llevar una vida espiritual a principios del siglo XXI es difícil. No es algo cómodo ni se espera que lo sea. El sentimiento de paz que muchas personas buscaron toda su vida (y que algunos, como Buda, Gandhi y Jesús, encontraron) es la unidad con nosotros y con los que nos rodean: animales y seres humanos, y la tierra en que vivimos. Es algo que tiene que ver con la aceptación, la tolerancia, la compasión, la comprensión y el amor.
La serenidad y la paz interiores no tiene nada que ver con ir por ahí con una gran sonrisa, saludando a todo el mundo con los brazos abiertos y llamando a la gente "hermano" y "hermana". Estamos en esta tierra para descubrir nuestra relación con el único ser espiritual. Da lo mismo que lo llamemos Dios, Alá, Padre, Gran Espíritu o Ser Supremo de Luz, la esencia es la misma. Hace falta una dedicación constante para llevar nuestras buenas intenciones a la práctica diaria, para permanecer en medio del sendero de la vida.
A pesar de la actual tendencia a vivir de una manera más natural -cultivando hortalizas en el jardín, haciendo pan y pasteles caseros, cocinando en vez de emplear alimentos preparados para microondas, trabajando más cerca de casa o incluso en el propio hogar para sentirnos más cerca de nuestros hijos y familia-, todavía una gran parte de nuestra sociedad está atrapada en un modo de vida materialista, que perpetúa la visión de que una cosa -o un servicio- sólo es buena si es de marca y ha costado una cantidad exorbitante de dinero. La verdad, los valores, el conocimiento y el amor no cuestan dinero, pero el precio que pagamos por ignorar estos elementos en nosotros mismos y en los que nos rodean es excesivamente elevado.
Un truco simple que hemos desarrollado para proteger nuestras verdades y nuestro amor ha sido rodearnos de zonas de consuelo. Estas zonas de consuelo nos han servido para proteger nuestro ser interior de los sentimientos de soledad y en ocasiones de inadaptación en los momentos en que nos sentimos olvidados o nos vemos obligados a enfrentarnos con algo que nos hace sentirnos incómodos, algo que no queremos afrontar por completo.
Una zona de consuelo es un escudo protector que llevamos puesto cuando no queremos enfrentarnos por completo con nosotros mismos y nuestras vidas y nos negamos a responsabilizarnos de nuestras acciones. La palabra clave en este caso es responsabilidad. A muchas personas les gusta representar el papel de víctimas y echar la culpa de todo lo que les pasa a Dios, al destino, a la mala suerte o a los demás. Algunas personas buscan zonas de consuelo cada día. Piensan que la vida es dura y la recompensan con esas zonas.
¿Qué es exactamente una zona de consuelo? Es ese cigarrillo que fumamos cuando estamos disgustados o preocupados; es el helado de chocolate que comemos tras haber roto con alguien; es la cerveza o el trago de whisky que tomamos al final de la jornada para "aliviar" la tensión del día; es el ir de compras a lo loco cuando nos sentimos deprimidos. Las zonas de consuelo son las cosas que hacemos, o a las que nos dirigimos, para sentirnos cómodos y seguros en momentos de inseguridad o dolor emocional.
Las zonas de consuelo pueden crearse con la compra de artículos de lujo, como joyas o ropas caras, o la compra de artículos cotidianos, como cigarrillos y comida. Las zonas de consuelo pueden también alimentarse refugiándose en recuerdos agradables de la infancia.
La comida, una de las principales zonas de consuelo para muchas personas, tiene una fuerte relación con la infancia. No estoy hablando de los alimentos indispensables que debemos ingerir para mantenernos en forma, sino de esa barra de helado que comemos si una cita no nos ha ido muy bien, de la tarta de chocolate o las galletas que devoramos de una sentada si hemos tenido una discusión con alguien de la familia o con un amigo. A muchos de nosotros, siendo pequeños, nos daban algo de comer cuando teníamos un disgusto, para que nos consolásemos. Nos daban chucherías junto con el mensaje tranquilizador: "Toma, come y te sentirás mejor".
No hay nada malo en buscar consuelo cuando nos sentimos decaídos, pero ello no debe convertirse en una huida permanente de las verdaderas causas de nuestro malestar o por las que nos sentimos decaídos. Si recurrimos a la comida o a la bebida o al tabaco para aliviar un disgusto o una incomodidad, no nos estamos enfrentando con lo que nos produce dolor. Aunque las zonas de consuelo no siempre son malas, si les permitimos que dirijan nuestras vidas pueden llegar a ser contraproducentes.
¡No hay nada malo en comer helados o galletas con moderación, y por una buena razón! No puedo hacer suficiente hincapié en ello. Ya sea comida o cigarrillos, nos enseñaron a buscar en el exterior el consuelo que nos haría sentir mejor. Lo que tenemos que recordar es que después de que se ha fumado un cigarrillo y comido un trozo de pastel, la discusión o el problema siguen estando ahí. No han desaparecido sólo porque temporalmente hayamos dejado de pensar en ellos. Nuestros problemas sólo pueden resolverse desde el interior de nosotros mismos. Tenemos que responsabilizarnos de nuestros actos, y no simplemente sentarnos y pensar que quien venga detrás se encargará de solucionar nuestros problemas. Muchas personas siempre se están quejando de algo y, cuando se les pregunta por qué no intentan arreglar las cosas que les disgustan, a menudo responden "Oh, es que no tengo tiempo" o "No sé cómo" o "Y qué puedo hacer yo". Nos hemos convertido en una sociedad de activistas de salón a la espera de que otros hagan el trabajo que nos corresponde hacer a nosotros. Si queremos un cambio y vivir una vida plena hemos de disminuir nuestro nivel de consuelo como sociedad y como individuos.
Nuestros deseos obsesivos representan nuestra principal fuente de sufrimiento. ¿Ha pensado alguna vez por qué siempre parecemos estar en un estado de ambivalencia emocional entre lo que sentimos que debemos hacer y lo que realmente hacemos? Nosotros mismos creamos este problema y alimentamos nuestras luchas interiores e inseguridades por medio de nuestra determinación a tener razón cueste lo que cueste, nuestra testarudez y la resistencia a cualquier cosa que amenace nuestro sistema de creencias.
Cuando la vida se desarrolla de la manera en que a nosotros nos gusta, nos sentimos bien, felices y con buenas vibraciones. Cuando nuestras creencias son cuestionadas, amenazadas o se ven agitadas, nos angustiamos, deprimimos y ponemos a la defensiva. Entonces entramos en una zona de consuelo y escondemos la cabeza bajo la arena. Nos ponemos a la defensiva y echamos la culpa a los demás o a las circunstancias, y nos negamos a responsabilizarnos. Las cosas no nos pasan simplemente. Nosotros creamos todas nuestras experiencias por la manera en que reaccionamos a los problemas que encontramos. Tendemos a esperar que la vida nos dé lo que queremos.
Nuestra fortaleza sólo llegará cuando consideremos cada situación, buena o mala, como una experiencia que nos brinda la oportunidad de aprender. Sólo llegará cuando nos responsabilicemos de nuestras acciones negativas y antiguos hábitos, a los que estamos aferrados por miedo a cambiar y a la consiguiente pérdida del ego.
Las zonas de consuelo únicamente pueden destruirse cuando nos enfrentamos a nuestras luchas interiores y dejamos de mimar nuestros egos con premios. ¡Dejémonos de tonterías! Dejémonos ya de jugar con nosotros mismos. Detengamos el ping-pong mental entre el ego y el verdadero yo.
Contemple a Buda entre las luces de neón.


ETICA

Hay cosas que parecen y otras que son. Distinguir cabalmente la apariencia de la esencia, la imagen de la ética, no es tarea fácil, pero sí provechosa.
¿Es posible diferenciar la crítica honesta de la vituperación maliciosa, la indignación de la ira, el desdén de la envidia o el rechazo legítimo de los celos? A estas actitudes las distingue únicamente la textura del alma, porque la acción es siempre mecánica y responde a una fuerza soberana que la anima. Así lo que en un hombre íntegro es sana indignación, en el mezquino puede ser cólera impotente. Todo se reduce a un juego de intenciones.
No hay espectáculo más patético que el que ofrece quien pretende ser lo que no es. Condenándose a la hipocresía y a la mentira se exilia de sí mismo para errar de por vida en un universo ficticio, desconectado de su propia realidad y carente de toda consistencia.
No es fácil el oficio de vivir dignamente, no. Uno ha de crear su propio personaje y dotarle de verosimilitud y altura, lo que implica una renuncia constante a la ventaja en aras de la ética, que es algo así como el "fair play" del espíritu. Desde luego, resulta mucho más tentador revestirse de una ética aparente y jugar sucio tras el parapeto de la imagen.
Muchos son los males de nuestra sociedad y muchas las soluciones que se aportan en el mayor despliegue de frivolidad que han conocido los siglos, pero hay un paso esencial que dar para recuperar la dignidad y la autoestima de la especie y terminar con el nefasto culto a la imagen, es el rearme ético.
¿Y en qué consiste la ética? Ante todo, en la autenticidad. ¿Y qué es la autenticidad? La transparencia del espíritu, la verdad, Satia. Hay que ser idénticos en el pensamiento, la palabra y la obra. No es posible convivir pensando de una manera, hablando de otra y actuando de una tercera.
Habría que citar también la no violencia, Ahimsa, como estilo ético de vida. No puede haber ética en la violencia, que es la grosera reacción del ego desairado, como tampoco la hay en las formas engañosamente blandas con que muchos esconden su pavor a aceptar responsabilidades y mantener unos principios. La no violencia requiere la mayor bravura porque implica no deponer la firmeza del criterio y la postura, aún ante la injusticia, la intransigencia y la provocación. Para muchos, hoy, la no violencia se reduce a otra moda, a una mera cuestión estética, pero para quien bien la entiende llega mucho más lejos; es el resultado de una ecovisión en la que nada ni nadie se considera aislado del resto ni, por tanto, es susceptible de ser juzgado, condenado y destruido con abstracción del contexto. Es la sabiduría de deshacer los nudos contra la furia de romper las cuerdas.
Finalmente, la continencia, brahmacharia, es la virtud que modera la pasión y encauza el empuje desbordante de los deseos. Si estos no se frenan, toda ética es ficticia. Nadie está libre de impulsos acuciantes, cuyo oscuro y primitivo origen se esconde en las profundidades del subconsciente. Esa posesividad que nos empuja a apropiarnos de cuanto nos place (¿tal vez porque albergamos un Rey Supremo en lo más recóndito del Ser?) debe ser templada con el ejercicio de la discriminación. Dar rienda suelta a las fuerzas desatadas del hombre sólo lleva al caos y a la destrucción. La civilización consiste precisamente en domeñar las fuerzas inferiores con el desarrollo de la razón y otras facultades superiores.
De acuerdo, la represión a ultranza es traumática e indeseable, pero una convivencia ética obliga a un esfuerzo razonable para someter los oscuros instintos egoístas y potenciar las actitudes generosas.
Nuestra sociedad permisiva ya está dando suficientes muestras de hastío y alarma ante la hecatombe que ha supuesto la necia implantación de una ética descabellada y acomodaticia, tal vez como reacción pendular a la hipócrita represión sufrida en recientes tiempos pretéritos. ¿Habremos aprendido ya que la ética no puede imponerse, puesto que es una actitud soberana e individual?
No es preciso escuchar sólo la voz de las Instituciones. Todo individuo es plenamente libre y capaz para reconciliarse consigo mismo y renunciar al desasosiego de un espíritu a la deriva, tomar las riendas de su propia existencia e imponerse la disciplina ética que canalice su esfuerzo hacia metas generosas de bienestar individual y colectivo, recuperando así su dignidad humana.
Paralelamente, el culto a la imagen, la hipocresía y la apariencia mentirosa que blanquean muchos sepulcros han de quedar, finalmente, de manifiesto y morir por sí solos.


LO IMPORTANTE DE TENER HUMOR

CUANDO TRANSITAS POR LA ESPIRITUALIDAD

Contemplar la vida, gélidamente, con los ojos del alma. Ver la esencia de las cosas desvestida de toda apariencia es, en efecto, una actitud vedántica. Pero no resulta tan aburrida como engañosamente pudiera parecer. Al contrario, asomarse al mundo desde ángulo tan singular propicia ese elixir secreto y maravilloso que llamamos sentido del humor, y sin el cual nadie puede disfrutar realmente de la vida.
Para el yogui, esta es como un sueño mágico en el que todo parece real, o, mejor, como una inconmensurable representación teatral, sin ensayos ni argumento, en la que cada personaje sigue una trama distinta que modifica constantemente con la improvisación, ajeno por completo a su condición de mero actor. El universo infinito presta su decorado de estrellas y esferas. El escenario es un pequeño planeta azul sobre el que se mueven seis mil millones de actores (en número crece gradualmente), cada uno convencido de ser el protagonista de la creación y empeñado en convencer de ello también a los otros.
El hombre común vive su papel a conciencia, encendido unas veces por el fuego de la pasión, aplanado otras por la melancolía y distraído las mas en cosillas de poco más o menos. A veces riendo, a veces llorando. Impulsado, de pronto, por la brisa del entusiasmo o varado en la calma chicha del desencanto. Todo le afecta. Todo es real porque lo vive como tal. Para este hombre el sentido del humor es forzosamente limitado. Sólo es capaz de aplicarlo a otros. No sabe reírse de sí mismo.
Hay un humor nacido en la ignorancia que consiste en reírse de otros y está cargado con las emociones, impurezas, frustraciones, resentimientos, complejos o estulticia de quien se ríe. Es un humor que puede ser ingenuo, malicioso, corrosivo, sarcástico, superior... pero nunca puro.
Existe otro, sin embargo, el humor por antonomasia, que nace en la sabiduría, el distanciamiento y el desapego y consiste en situarse uno enfrente de sí mismo para verse como algo ajeno. Es tener presente nuestra condición de actores y no identificarse con el personaje que se representa.
Es este un humor vedántico, serio, inteligente, compasivo, filosófico y didáctico. No se expresa en risotadas, ni siquiera en sonrisas de melón, pero produce un regocijo íntimo y se nota en la mirada.
La actitud vedántica de entender que las cosas no son como parecen, que todo es un fuego de artificio, un juego fantástico creado por la mente y condenado a desvanecerse como un sueño cuando esta se apague, permite al yogui hacer el drama comedia y así no abrasarse con el ardor de la pasión, ni abatirse cuando menguan las luces de la esperanza y el mundo se cubre de sombras asustadoras. Ser espectador, saber mirar, no identificarse con los avatares de la comedia, eso es lo que propicia en ángulo adecuado para ver las cosas con humor.
En las personas hay un devenir y un ser. Quién se identifica con lo primero es un actor, quién lo hace con lo segundo es un espectador. Si se tiene en cuenta que el humor no es una manera de actuar, sino un modo de percibir, resulta fácil concluir que el sentido del humor es privilegio de quién sabe situarse enfrente de las cosas y no dentro de ellas. ¿Cómo captar, si no, los guiños cómplices de la Deidad?


EL SER, ALTMAN

El hecho central del ser humano es su divinidad inherente.
La naturaleza esencial del hombre es divina, pero ha perdido la conciencia de ello debido a sus tendencias animales y al velo de su ignorancia. El hombre, en su ignorancia, se identifica con el cuerpo, la mente y los sentidos. Al trascender éstos, vuelve uno, a lo Absoluto, lo cual es pura bienaventuranza.
Lo Absoluto, es la realidad más plena y la conciencia más completa. El Atman (el Ser) es la Consciencia común a todos los seres. El ladrón, la prostituta, el barrendero, el rey, el maleante, el santo, el perro, el gato, la rata..., todos ellos comparten un Atman común.
Sólo en los cuerpos y mentes existen diferencias aparentes y ficticias. Existen diferencias de colores y opiniones, pero el Atman es el mismo en todo.
Si eres muy rico, puedes tener un barco, un tren o un avión particulares para tus interesen egoístas. Pero no puedes tener un Atman privado. El Atman es común a todo. No es propiedad privada de ningún individuo.
El Atman es uno entre la diversidad. Es constante entre las formas que vienen y se van. Es la consciencia pura, absoluta y esencial de todos los seres conscientes.
La fuente de toda la vida y de todo conocimiento es el atman, tu Ser interno. Este Atman, o Alma Suprema, es trascendente, inexplicable, indefinible, inentendible, indescriptible, todo paz y todo dicha.
No hay diferencia entre el Atman y la dicha. El Atman es la dicha misma. El Ser Supremo de Luz, la perfección, la paz, la inmortalidad y la dicha son la misma cosa. La meta de la vida es alcanzar la perfección de este plano y de los objetivos prefijados. Cuanto más se aproxima uno a la verdad de este plano, más feliz se vuelve. Pues la naturaleza esencial de la Verdad es la dicha positiva y absoluta.
No hay dicha con lo finito. Ésta sólo se halla en lo infinito, por eso nuestro objetivo en este plano es alcanzar la perfección que nos permite nuestro estado de espacio y tiempo, o sea, una parte de la Verdad absoluta. La dicha eterna sólo puede obtenerse cuando ya formas parte del Ser eterno.
Nadie puede salvarse sino por medio de la realización del Ser. La búsqueda de lo Absoluto debería emprenderse aun a costa de tener que sacrificar lo más querido.
Estudia cuantos libros filosóficos quieras, da más y más conferencias durante tus extensos viajes, permanece en una cueva en los Himalayas durante cien años, practica todo tipo de técnicas de relajación y meditación, pero no podrás alcanzar la emancipación sin lograr la realización de la unidad del Ser.

Lo que la Liberación implica.
La unidad del Ser, o la unidad de la existencia, constituye la realidad, y la realización de esta Realidad es Moksha, o la liberación.
Moksha consiste en romper las barreras que delimitan la existencia separada. Moksha es el estado absoluto del Ser, en el que se comprende la unidad de la consciencia que todo lo impregna y permea, como la de una simple naranja que sostuvieses en tu mano.
Moksha no consiste en el logro de la liberación del presente estado de esclavitud, sino en la comprensión de la libertad que de hecho existe. Es la liberación de la noción errónea de la esclavitud.
El alma individual siente hallarse en esclavitud debido a la ignorancia causada por el poder de la nesciencia (ignorancia). Cuando la creencia equivocada, producida por la ilusión, es destruida por el Conocimiento del Atman, en ese mismo instante y, en esta misma vida, se verifica el estado de liberación. No es algo que vaya a lograrse o deba lograrse tras la muerte.
La causa de la ilusión es el deseo presente en el hombre. Los deseos generan olas de pensamientos, y éstos ocultan la verdadera naturaleza del Atman, que es dichosa, inmortal y eterna. Cuando se aniquilan los deseos, el Conocimiento de Brahman (la Realidad absoluta) amanece en el individuo.
El Conocimiento de la Realidad Absoluta no es una acción en sí. No puedes alcanzar a Brahman, como no puedes alcanzarte a ti mismo si no es conociéndote. El Conocimiento de Brahman es absoluto y directo. Es la experiencia intuitiva.

La razón y la intuición
La intuición se produce como un destello. No se desarrolla poco a poco. El conocimiento inmediato que se logra por medio de la intuición une al alma individual con el alma Suprema. La intuición funde al sujeto y el objeto de su conocimiento, junto con el proceso del conocer, con lo Absoluto, donde no existe la dualidad. En la intuición, el tiempo se convierte en eternidad y el espacio en infinitud.
El conocimiento intuitivo es el más elevado. Es el conocimiento imperecedero e infinito de la Verdad. El conocimiento sensorial es el conocimiento de la apariencia, pero no de la Verdad.
El conocimiento sensorial es una forma falsa de conocer, mientras que la intuición es la forma correcta de conocer. Única y exclusivamente por medio de la intuición puedes obtener el Conocimiento del Ser.
Sin el desarrollo de la intuición, el hombre intelectual permanece imperfecto. El intelecto no tiene poder suficiente para penetrar en las profundidades de la Verdad. El intelecto funciona dentro del reino de la dualidad, pero es inefectivo en el reino de la no-dualidad.
La mente y el intelecto son instrumentos finitos. La razón es finita. No puede penetrar en lo Infinito. Únicamente la intuición puede comprender lo Infinito.
Los intentos científicos por comprobar lo Infinito son fútiles. El único método de comprobar lo Infinito, es el intuitivo.
La meditación conduce a la intuición. La meditación es la clave que permite la expresión de la divinidad, o Atman, oculta en todos los nombres y formas.

El proceso de la meditación
No puede llegarse al Conocimiento sino por medio de la meditación. El aspirante ha de rebuscar hasta en su propia alma, y entonces se manifiesta la Verdad.
Por medio de la meditación regular vas creciendo gradualmente en espiritualidad. La llama divina crece y se vuelve más y más brillante.
La meditación te confiere, gradualmente, la luz eterna y la intuición. Por medio de la práctica constante de la concentración y la meditación, la mente se vuelve tan pura y transparente como un cristal. El estrépito de la lucha por las cosas mundanas se va reduciendo más y más al irse uno abstrayendo en el interior de sí mismo. Esto no quiere decir que no vivamos las responsabilidades de este mundo moderno, sino que deberemos discernir cuales son las cosas realmente importantes y las que entorpecen nuestro progreso espiritual, sin aportar nada a cambio.
La pureza del despertar espiritual cambia la perspectiva propia y uno empieza a buscar devotamente sólo aquello que le produzca, a la larga, una felicidad y una paz verdaderas. La búsqueda de ventajas materiales e inmediatas se vuelve, por tanto, menos urgente.
La meditación te guía más y más hacia el interior de ti mismo, de lo grosero a lo sutil, de ello a lo más sutil, y de ahí a lo más excelso, a vislumbrar la Luz.
La meditación es el único camino real adecuado para alcanzar el conocimiento de uno mismo. La paz y la dicha no pueden hallarse en los libros, iglesias ni monasterios. Sólo pueden lograrse cuando amanece el Conocimiento del Ser.
¿Para que leer tantos libros? No sirve de nada. El libro más grande se halla en tu propio interior. Abre las páginas de este libro inagotable que es la fuente de todo conocimiento.
Cierra los ojos. Abstrae tus sentidos. Aquieta tu mente. Silencia los pensamientos bulliciosos. Apacigua tus ondas mentales. Sumérgete profundamente en el Atman o el Ser. Todas tus angustias mentales desaparecerán. Todo tipo de discusiones acaloradas y debates coléricos tocarán a su fin. Sólo permanecerán la paz y el Conocimiento.
Todos los nombres y todas las formas se desvanecen en la meditación profunda. En ese estado se experimenta la conciencia de un espacio infinito. Pero también esto desaparece para dar lugar a un estado de nada. De pronto, amanece la iluminación.

La materia y el espíritu
El universo entero es el cuerpo del Ser Supremo de Luz. Todo este mundo es Dios o el macrocosmos. Éste no es un mundo de materia inerte, sino que es una Presencia viva. Es una manifestación del espíritu.
El error fundamental de todas las épocas ha sido creer que el mundo espiritual y el material estaban separados. El espíritu y la materia no son distintos ni separables.
La materia es el Espíritu percibido a través de los sentidos. La materia es el Espíritu manifestado. Es el Espíritu en movimiento. Es el poder del Señor. Es el aspecto dinámico del Señor estático. El mundo es una expresión de Brahman, o lo Absoluto.
Este mundo es una emancipación, una manifestación, un reflejo de Dios.
El Ser Supremo de Luz es la luz única que brilla en las distintas formas. Es la voz única que habla en los diversos idiomas. Es la vida única que vibra en cada átomo del universo.
De igual modo que no hay diferencia entre el oro y el ornamento, no existe diferencia entre el Ser Supremo de Luz y el universo. Dios es quien paladea, siendo, a la vez, Él mismo lo saboreado.

¿Es el mundo irreal?
En realidad, el mundo no existe. Es una mera apariencia. Todos los nombres y formas son irreales, como una sombra, o como el agua en el espejo, o como el azul del cielo.
La irrealidad del mundo es lo verdadero en último análisis. Sin embargo, desde el punto de vista de la existencia relativa, uno no puede negarlo. Desde el punto de vista empírico, parece bastante real.
Este mundo no es absolutamente irreal, puesto que lo experimentas y lo sientes. Tampoco es absolutamente real, puesto que se desvanece al alcanzar la sabiduría.
¿Para quién y cuándo es este mundo irreal? Sólo lo es para el sabio liberado. Pero es una realidad sólida para el hombre mundano. Sólo cuando te despiertas te parece el sueño irreal; pues mientras sueñas, te parece bastante real.

La meta de la vida
El nacimiento y la muerte, el placer y el dolor, la ganancia y la pérdida, son sólo creaciones mentales. Trasciende los pares opuestos. Nunca naciste. Nunca morirás. Eres siempre el Ser inmortal. Es sólo tu cuerpo físico el que viene y se va.
El conocimiento de todas las ciencias seculares es como una simple cáscara comparado con el Conocimiento del Ser. Ahí yacen los inapreciables tesoros del Atman esperándote. Ahí yace la inagotable riqueza de tu Ser interior, el destello de divinidad que posees . Ahí no puede haber insolvencia, ni fracaso bancario, ni bancarrota, toma posesión de este tesoro espiritual, el esplendor de tu Ser, y disfrútalo por siempre jamás.
Únete a la Luz de luces.


EL ARTE TAMBIEM ES IMPORTANTE

La belleza engloba la verdad y el bien y se confunde con ellos.
La Belleza tiene un carácter de Absoluto. Representa en el mundo la más alta manifestación de lo Divino.
Luz, sonido, Belleza, Amor, son manifestaciones esenciales de la Divinidad
La Luz ha engendrado la vida y por consiguiente la Belleza. La Belleza engendra el Amor (Mito de Afrodita y Eros).
La vida es inseparable de la belleza y la belleza de la vida. Sentir la belleza es sentir la vida.
Las manifestaciones espirituales son más bellas que las manifestaciones físicas.
Las manifestaciones espirituales son más bellas que las manifestaciones psíquicas.
El ejercicio sostenido de la imaginación creadora promueve la intuición. La intuición es la fuente de conocimiento para el sentido estético, es decir, lo Divino en el ser.
La belleza moral (no la moral considerada como regla de conducta que debemos observar con nuestros semejantes -ética- sino la moral interna e individual) es el cumplimiento del deber. El deber consiste en ir a favor de la evolución vital en su camino ascendente hacia la Belleza Superior.
La Belleza espiritual suprema es el Amor Universal.
La Belleza, el Amor y el Bien son aspectos de lo Uno y Único existente.
El Arte ha de ser comunicación directa entre la imaginación-intuición del artista y la imaginación-intuición del observador.
El Arte para ser tal, ha de crear Belleza. No se puede llamar Arte a cualquier cosa.
La poesía verdadera es la encarnación sagrada de una sonrisa. La encarnación en la letra de una intuición.
La poesía es un lamento que seca las lágrimas.
La poesía es un espíritu que reside en el alma, cuyo alimento es el corazón y cuyo vino es el afecto.
La poesía no ha de ser una mercancía, sino un soplo de inmortalidad.
Poeta: eres la Vida de esta vida. Has derrotado el paso del tiempo a pesar de su rigor. Poeta, llegará un tiempo en que gobernarás los corazones, y así el tiempo no tendrá fin.
Poeta sincero, eres una antorcha que ilumina nuestro camino, un dulce deseo en nuestros corazones y una revelación de lo Divino en nuestros sueños.
Poeta: examina tu corona de espinas. Encontrarás oculta otra de laureles.
A veces el poeta es un profeta que llega oculto tras el manto del conocimiento futuro, entre gentes incapaces de ver el don de que es portador.
Dice el poeta: en cada corazón de invierno hay una primavera que palpita y detrás del velo de cada noche un amanecer sonriente.
Dice el poeta: el progreso no es solamente mejorar el pasado: es moverlo hacia el futuro.
La música nos induce a mirar en nuestras almas para encontrar el significado de los misterios que cuentan los libros antiguos.
La música es un lenguaje universal.
El genuino compositor traduce para lo terrestre aquello que capta de lo celeste.
La música, para serlo, ha de poseer ritmo, armonía y melodía.
En cada comunidad humana, en cada población, debería existir una agrupación musical o una pequeña o gran orquesta.
Mucho más interesante que escuchar música es ejecutarla, practicarla, uno mismo.
La sabiduría de la naturaleza, expresada a través de nuestro esqueleto da lugar a la arquitectura. La sabiduría del cuerpo biofórico a la escultura, la del cuerpo psicofórico a la música y la pintura.
Entra los siete y los catorce años es mucho más importante el despliegue armonioso de los buenos sentimientos que el cultivo del pensamiento. En esta edad se debe dar prioridad al cultivo de las aptitudes artísticas y dedicar más tiempo a esta tarea.
Si deseas ser un buen artista debes escuchar la voz del silencio y dedicarle tiempo.
El artista tiene una sensibilidad y un temperamento diferentes. Has de aprender a comprenderlo.
El impulso para la danza hunde sus raíces en la tendencia a armonizarse con los grandes ciclos y movimientos de los diferentes sistemas que integran el Universo.
Materializar lo espiritual hasta hacerlo palpable. Espiritualizar lo material para hacerlo invisible. Secreto del arte.
El arte necesita de soledad o miseria o pasión. Es una flor de roca que requiere el viento áspero y el terreno rudo.
El arte se hace para ser sentido. No para ser comprendido. Cuando se quiere hablar de él con la inteligencia, lo más probable es que no se digan más que tonterías.
¿Qué es el arte? Si lo supiera tendría buen cuidado de no revelarlo. Picasso.
El Arte es contemplación: es el placer de un espíritu que penetra la naturaleza y descubre que ésta también tiene un alma. Es la más noble misión de la intuición, de la inspiración y la imaginación puesto que trata de comprender el universo y hacerlo comprender.
El Arte es el sentimiento de las cosas humanas unido al presentimiento de las cosas Divinas.
Dos especies de escritores tienen genio: los que piensan y los que hacen pensar.
El buen escritor está siempre esperando una idea que le dé una revelación. El mal escritor espera ideas que le den dinero o reputación.
El artista original no es aquel que no imita a nadie, sino aquel a quien nadie puede imitar.
En la Ciencia y en la Religión debe vivir el espíritu del Arte, o no serán ni Ciencia ni religión.
No olvides poner un poco de arte en lo que dices, en lo que haces, en lo que escribes. Ganará en belleza, y también en eficacia.

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