Ser luz para otros seres que comparten tu existencia aquí en la Tierra significa comprometerse con el hermano, con el amigo, con la amiga, también con el desconocido, convivir la vida diaria con ellos, perdonar a quién se equivocó, servir a todos con alegría y desinterés, hacer que la vida en familia sea un oasis de alegría y apoyo recíproco.
Seamos luz, que brilla, ilumina, orienta, hacia la dignificación de las personas, esa, esa es la misión de cada uno de todos los que habitamos este planeta.
Con dos imágenes muy fáciles de comprender te describiré la imagen del creyente que va a la Iglesia, ya sea católico o evangélico, la imagen de la sal y la de la luz.
Habrá que valorar también el acento en lo humilde y pequeño, un poquito de sal da mucho sabor, y una pequeña luz ilumina tanto que la oscuridad se repliega. No olvidemos que la luz orienta y la sal condimenta.Dice un proverbio antiguo: “Todas las tinieblas no pueden opacar a un cerillo, y un cerillo ilumina todas las tinieblas”.
Hemos sido enviados por el creador y dueño absoluto del universo no a convertir todo el mundo en una salina, ni a incendiarlo, sino a permanecer generosos y fieles a nuestra vocación de servir al otro como nos gustaría que a nosotros nos sirviesen; y así, de esta forma sembraremos en los demás el gusto y el gozo de la esperanza.
Así como está el mundo hoy en día, es una urgencia a decidirse a favor de la justicia, en un mundo con muchas injusticias; más aún ustedes que se hacen llamar cristianos o seguidores de las enseñanzas de Jesus el Cristo y con mayor fuerza deben ponerse a si mismos las exigencias de compartir el pan, ofrecer techo, vestir al que necesita; y estos signos que son una solicitud para el necesitado y una actuación de “tiende la mano a tu hermano” compartiendo de lo mucho o de lo poco que tienes, no están exentos de esta misión ni católicos, ni cristianos, ni budistas, ni musulmanes, ni ateos en la búsqueda de que haya un compromiso mas serio de buscar un orden más justo actuando, interviniendo, opinando, votando para transformar el actual orden social que empobrece y margina a tantos.
Ser “sal y luz” significa comprometerse con el hermano, saber convivir y saber perdonar, servir, ayudar, facilitar, comprender; hacer que la vida de aquellos con quienes convivimos día a día sea un oasis de alegría, de comprensión, de apoyo recíproco. Que regresar a casa a gozar de la familia, sea un anhelo, por esa realidad reconfortante de la propia familia, donde tú eres amado por lo que eres, no por lo que tienes o no tienes, apreciado y estimulado a dar siempre lo mejor de ti mismo cada día a los demás. Con a ti que lees Amor Puro e Infinito, Alma.
