Una agrupación de prestigiosos científicos de todo el mundo llamada
Anthropocene Work Group advirtió que la Tierra entró en una nueva era,
después de los 11.700 años que duró la anterior fase, el holoceno. El
impacto de la actividad humana sobre la Tierra a lo largo de los dos
últimos siglos fue de tal magnitud, que se evidenciaron transformaciones
geológicas y ecológicas innegables.
Se deja atrás la era del holoceno, que duró unos 11.700 años
Por eso, la agrupación presentó un extenso informe en la prestigiosa revista
Science,
donde se registraron todas las evidencias sobre el cambio generado por
el ser humano. Se estima que el inicio de la nueva era se registró a
mediados del 1.800 y que se profundizó con la llamada "gran
aceleración", desde la década de 1950 hasta la actualidad.
"Pretendemos
expresar que hemos dejado atrás la estable era del Holoceno y que, a
partir del 1.800 se dio comienzo a una nueva etapa, en la que
el hombre se convirtió en el principal agente geológico, el factor dominante de la geología", afirmó uno de los líderes de la investigación, el geólogo y paleontólogo alemán
Reinhold Leinfelder.
Las
cifras son claras: en la actualidad, más del 90% del crecimiento de las
plantas se produce en sistemas dirigidos o influenciados por el humano.
Además, el 90% de la biomasa, de todos los seres vivos, es originada
por el hombre y más de las tres cuartas partes de la superficie
terrestre libre del hielo se encuentra adulterada por la mano del ser
humano.
Para
poder definir unidades de tiempo geológico, es necesario poder
analizarlas en rocas, hielo o sedimento. Deben tener una expresión
física. Y, claramente, el humano dejó su huella más que marcada.
El
impacto de la actividad humana a lo largo de los últimos dos siglos en
la tierra se explicó en la relación entre tres factores claros: el
desarrollo tecnológico acelerado, el rápido crecimiento de la población
mundial y un incremento abrupto en el consumo de los recursos.
Esta combinación condujo a un aumento del uso de metales, minerales, combustibles fósiles y fertilizadores agrarios.
Como
si fuera poco, la proliferación de nuevos materiales, como el aluminio,
el plástico o el cemento empezaron a dejar una huella muy marcada en
los diversos sedimentos.
El cemento, el aluminio y el plástico fueron determinantes en el cambio geológico del planeta
"Lo
que estamos sugiriendo es que la escala de cambios es tan grande o más
que la vivida en los comienzos del holoceno. Esta nueva era debería
tener el mismo nivel jerárquico que la anterior, según nuestro punto de
vista", explicó Colin Waters.
Según los investigadores, hay
demasiados indicios del establecimiento de una nueva era: la
construcción de represas en los ríos, alteraron los sedimentos al menos
diez veces más rápido que las fuerzas naturales de erosión. En algunas
zonas costeras, la presencia de nutrientes procedentes de fertilizantes
crearon las llamadas "zonas muertas" donde escasea el oxígeno.
Además, la extinción de especies, el aumento de plantas cultivadas y de animales domésticos, los cambios climáticos y la pérdida masiva de hielo en el Ártico son otros de los signos de la influencia del humano en el curso del planeta.
Para
los investigadores del Anthropocene Work Group, es necesario que los
propios humanos y especialistas en geología y evolución cambien el foco
sobre el trabajo a realizar de ahora en adelante.
Para Leinfelder y
su equipo, es primordial que de una vez por todas se abandone esa
mirada sobre una naturaleza limpia, soñada y pura y se asuma que el
medio ambiente, tal como está en la actualidad, es el erosionado por el
hombre. Y desde ese lugar, tomar el punto de partida para acciones
futuras.
"Las líneas de actuación y gobernabilidad no tienen que
preservar una forma de naturaleza que ya no existe por sí misma, sino
que deben tender a
lograr un nuevo equilibrio planetario y una más eficiente gestión energética.
Hay que apoyarse en las nuevas tecnologías para poder desarrollar una
cultura global acorde", explicó el arquitecto Rem Koolhaas durante una
conferencia llamada "La naturaleza es pasado".
Por su lado, el
propio Leinfelder apunta que la nueva concepción de la naturaleza y la
mano del hombre en la misma tiene que ser aprendido desde los primeros
años de vida: "Necesitamos una reflexión crítica de la existencia humana
y su relación con el planeta. Además, hay que apelar a un nuevo
espíritu de optimismo. Los enormes avances tecnológicos hicieron posible
que podamos fundamentar este pensamiento".
La agricultura moderna
En
el último siglo, los fertilizantes utilizados en la producción de
cultivos duplicó la cantidad de nitrógeno y fósforo en el suelo. Algunas
señales de este fenómeno se vio en los estratos de los lagos, que
alcanzaron su nivel más alto en los últimos 100 mil años.
Aluminio
Si
bien hasta el Siglo XIX su uso era muy limitado, se estima que su
producción global creció un 98% desde 1950 hasta la actualidad.
Cemento
Desde
la Segunda Guerra Mundial, el cemento se convirtió en el principal
material de construcción. La cantidad producida en los últimos 20 años
es suficiente como para cubrir cada metro cuadrado del planeta.
Plástico
La
cantidad de plástico producido cada año pesa lo mismo que el peso
acumulado de todos los habitantes del planeta. Los restos que no son
reciclados terminarán en los océanos y luego se convertirán en los
llamados "tecnofósiles", según el registro geológico.
Actividad nuclear
Los
experimentos con armas nucleares empleados en el siglo XX generaron
señales de Carbono 14 y plutonio 239 que serán detectados en los
sedimentos del hielo por, al menos, 100 mil años más.
Basura
Todos
los materiales depositados en los vertederos de basura registraron el
mayor número de nuevos minerales para el ambiente desde la llamada "Gran
Oxigenación", sucedida hace 2.300 millones de años atrás.
Estructuras urbanas
El
humano transformó dos terceras partes de superficie terrestre con la
construcción de edificios, autopistas, minas, granjas, etc.
Represas
En
los últimos 60 años, se construyeron represas en todo el mundo a un
ritmo de una por día. Cada una de ellas permanecerá entre 50 y 200 años
interrumpiendo el movimiento de los sedimentos a los océanos y alterando
las formaciones de las capas de las rocas.